NUESTRA NIÑA INTERIOR
Nuestra niña interior, o “pequeña yo” es esa parte más emocional nuestra; tierna,
pura emoción y con predominancia de necesidades muy primarias y básicas.
Algunas de sus características, para identificarla por completo, son:
- Vulnerable e inocente
- Sentimientos profundos y alta sensibilidad
- Curiosa, creativa, le gusta jugar
- Desea ser amada, reconocida y validada
- Desea conectar y sentirse segura
- Es de mente abierta
- Se expresa libremente, en todos los rangos de emociones (enfado y rabia, tristeza, felicidad)
LA NIÑA HERIDA
Cuando nuestra niña está herida, responde de un modo altamente emocional, desproporcionado y con efectos psicológicos ante cuestiones que son disparadores para ella aunque a veces aparentemente no sean grandes cosas pero el impacto que tienen para ella es desmesurado por lo que están tocando dentro de sí misma (el famoso trigger en inglés).
Algunos de sus rasgos son:
- Creencia profunda de estar y sentirse rota
- Miedo al abandono o perder el amor
- Insegura y baja autoestima
- Pérdida del “yo” (del alineamiento, de estar en una misma) y búsqueda desesperada de la aprobación por parte de otros
- Miedo a poner límites o decir “no”
- Búsqueda de gratificación instantánea a través de substancias, compras, distracciones, procrastinación
Ten muy presente que estas son partes que están en ti en la adulta que eres hoy y que estas partes, se crearon en tu infancia y sus rasgos, afectan en muchos de tus comportamientos a día de hoy de modo que si tenemos una niña interior herida, va a estar guiando y provocando reacciones, expresiones, situaciones, desde ese lugar y vas a estar viviendo tu vida desde tus heridas. Es ella quién gobierna, dirige tu vida, no tú, desde tu adulta responsable y eso, a menudo, ocasiona / nos lleva, a lugares incómodos, dramáticos, poco saludables y equilibrados, de ahí que sea altamente importante y esencial, sanar esas partes heridas.
El trabajo de sanar a nuestra niña tiene que ver con verla, reconocerla, valorarla y permitirle ser auténtica.
Darle su lugar pero sin permitir que dirija tu vida.
¿Cómo llegamos a estos lugares y a éstas heridas?
De pequeñas a veces no nos sentimos seguras.
Auténtica y esencialmente, nosotras somos auténticas, libres, espontáneas, no hay filtros…
Pero en un momento determinado, a través del contacto diario y constante con otros adultos (progenitores, cuidadores, educadores, la sociedad en general), entramos en contacto con un lenguaje, un sistema de reglas y normas, creencias, etc que nos imprimen una programación en la que se transmite lo que es bueno y malo, lo que está bien o mal, lo aceptable y lo que no lo es.
Con ello empezamos a reprimir aspectos nuestros, dejamos de mostrar y de comportarnos de determinadas maneras para no ser juzgadas, sentirnos seguras, integradas, aceptadas, formar parte del grupo, ser suficientes, merecedoras, atendidas, sostenibles, amadas…
Empezamos a moldearnos en base a lo que creemos que los otros quieren de nosotras. Nos transformamos negando, suprimiendo, ocultando partes nuestras.
Esto es algo que vivimos durante nuestros primeros años de vida que es cuando se está formando nuestra mente subconsciente (hasta los 7 años). Y no cuestionamos, simplemente absorbemos e interpretamos y todo ello, pasa a constituir nuestro sistema de creencias actuales, la que hoy dirigen tu vida, la de tu adulta.
¿Y qué hay en nuestra mente, muchas veces?
Mejor me callo no vaya a ser que lo que peuda decir no guste
Diré que sí porque sinó no contarán nunca más conmigo
Hago lo que me dicen para ser aceptada e integrada
Me conformo con este trabajo /pareja / situación porque es todo cuánto merezco, no me pertenece nada más
No soy digna de amor, quién va a quererme
Me quedo con esto porque no hay nada más disponible…
Típicas creencias demoledoras y limitantes que sabotean nuestra vida.
No soy suficiente,
No soy merecedora,
Nadie va a quererme,
No soy digna de amor,
Soy demasiado…
Y todo eso, anclado en nuestro subconsciente, dirige nuestra vida en un 95%
Pero nada de eso es verdad.
Nada de eso es cierto.
Forma parte de tu herida, de algo que instalaste cuando eras muy pequeña, inocente y no sabías / podías manejar de otro modo.
Lo integraste en ti porque viste, sentiste e interpretaste de los adultos, que eso era así.
Y con esto, creyendo todo eso, nos tratamos mal. Nos limitamos, nos quitamos posibilidades, nos hablamos mal…
Fíjate en qué cosas te dices.
¿Y de dónde viene eso?
De lo que crees dentro de ti.
Por eso, de nuevo, es importante todo este trabajo.
Porque no podemos permitirnos el tratarnos mal, ni despreciarnos ni hablarnos negativamente.
Y tu niña merece ser vista, merece su espacio, merece ser atendida, tener sus necesidades satisfechas y estar BIEN.
Si no atiendes a tú niña, no te estás atendiendo a ti porque ella forma parte de quién tu eres y eso es algo que no podemos permitirnos.
En lugar de eso, ¿por qué no cambiar a una postura y actitud más amorosa?
¿Por qué no ser hoy la madre amorosa que necesitabas cuando eras pequeña?
Si te tratas mal, ¿cómo vas a ser auténtica? ¿Cómo vas a moverte hoy libremente?
Estás aterrorizada. Deja de ser mala, cruel, negativa, deja de castigarte.
Date seguridad, calma, amor, bondad.
Y sé compasiva. Sé compasiva siempre, incluso cuando te equivocas y cometes errores.
Date espacio, date oportunidades.
Date lo que necesitabas.
Acéptala, acéptate.
Y pregúntale:
¿Qué necesitas ahora, cómo puedo ayudarte?
Y escucha, atenta y luego haz lo que te pida.
Honra sus necesidades antes que las de otros.
Tú eres lo más importante.
Ejercicios
1. Coge papel y bolígrafo y piensa en TODAS las cosas que te hacen bien, que te hacen sentir amada, escuchada y vista.
Luego, trata de satisfacer esas necesidades.
Pon límites si es necesario.
Y ten muy presente que nada de lo que ella necesita es negociable. No lo es. Dale a diario cosas que necesita. Cada día de tu vida preséntate ante ella.
2. Conecta con cosas que te gustaba hacer de pequeña
Esto lo hablamos ya en el módulo del placer, tienes de hecho una práctica en audio de conexión también con tu niña, ve a revisitarla o a verla por primera vez si tienes dificultades en identificar lo que te gustaba hacer de pequeña.
Y si te es fácil, crea tu lista con todo aquello que amabas hacer y vuelve a ello. Baila, salta, ves de excursión, haz gimnasia, pasa tiempo con animales, a solas, con amigas… DATE LO QUE NECESITES.
Haciendo todo este trabajo llegaremos a una posición en la que tendremos un adulto integrado.
ADULTO INTEGRADO
Se ha creado un diálogo saludable entre tu niña y tu yo adulto.
Estas son sus características:
- Se siente en un cuerpo conectado, tanto a las emociones como a las sensaciones
- Puede identificar y comunicar claramente sus emociones
- Puede identificar sus necesidades y hacer peticiones sin rabia o reacciones exageradas
- Se mantiene fiel a sí mismo incluso en conflictos
- Se honra a sí mismo y marca límites
- Da espacio a su niña para expresar sus sentimientos sin cortarle la expresividad y autenticidad
- Practica el amor propio y cuidado
Ir de dónde puedas estar, a un lugar más sano, seguro y equilibrado, es un proceso gradual que seguirás y en el que avanzarás a medida que vayas trabajando en ti.
Recuerda ser amorosa y compasiva en todo el proceso, tener paciencia y buscar ayuda si necesitas acompañamiento.
Yo estoy disponible y puedes escribirme por email a hola@annalfaro.com
Un abrazo,
Anna