La suavidad llegó a mi vida de un modo muy profundo hace relativamente poco y lo hizo, a través del Yin Yoga.
Yo que clamaba suavidad, ritmos lentos, slow life… Me encontraba atrapada en las prisas, el hacer, la fuerza… Seguro que te ha pasado infinidad de veces también.
¿Por qué muchas pecamos siempre de esto y caemos una vez tras otra en lo mismo?
Porqué ahí es dónde tenemos algo que aprender.
El año pasado elegí la palabra SUAVIDAD para mi año.
SOFTNESS. Me gusta más en inglés y me siento más conectada con ella.
Empecé el año muy despacio pero aún así, hubo momentos en los que sentí prisa, presión y fuerza interna.
Quería ciertas cosas (mi ambición empujándome pero no de un modo amable, como hace poco leí que etiquetaba muy acertadamente, para mi gusto, Anna Vicen Renner con su libro La Ambición amable) y las quería ya y de un modo determinada.
¿Sabes cuando te entra esa prisa de que ese asunto tiene que colocarse ya para que tu puedas seguir con tu vida?
Pues un poco así.
He de decir que en esa necesidad de resultados y respuestas ya, me adentré en muchísimas cosas que no siempre fueron muy buenas aliadas para mi camino y desarrollo y esto, a posteriori, me sirvió para ver lo necesaria que es la calma y la paciencia. Que aunque te hierva el cuerpo y quieras que algo se arregle/coloque y solucione, eso puede no estar pasando por algún motivo y tanto eso y como tú misma, necesitáis vuestros tiempos, así que uno de mis grandes aprendizajes del 2022 fue aprender a cultivar la paciencia y con ella, la confianza. Van de la mano para mí.
Si confías, sueltas el control, la fuerza y la lucha y te dispones pacientemente a esperar y a confiar en el curso de las cosas.
Algo que me conecta directamente con la suavidad. Virtud que he cultivado muchísimo a través de la práctica de Yin.
Esta práctica es suavidad en sí misma. Colocarte en quietud, en una postura, por entre 3-5-7 minutos, sin pedirte nada, sin exigencias, sin moverte, dejando que tu cuerpo sienta y exprese lo que necesite, que tu corazón hable si lo siente…
No hay nada que hacer. Simplemente estar. Esto, directamente te conecta con la suavidad. Y sí, puede que haya resistencias al principio. Que quieras salir de la postura, moverte, incorporarte… Pero te invito a quedarte, a calmar tu mente que te pide salir de ahí. Estás a salvo, estás segura, está bien quedarse ahí y darte ese espacio y ese tiempo. Es nutrición para ti.
Y si te vienen pensamientos como “estoy perdiendo el tiempo”, “esto no sirve de nada”, “tendría que estar haciendo….”, “esto es para personas de la tercera edad”, “lo que necesito es algo más intenso…”, te animo a que lo suelte, sin culparte ni juzgarte y sigas ahí en tu postura. Si sigues tomándote estos tiempos para ti de un modo regular cada semana, por una, dos, tres veces, las que sientas (y pueden ser 10 minutos o 20 en total, eso ya es maravilloso) esos pensamientos irán siendo cada vez menos insistentes hasta desaparecer… y poco a poco el yin irá tomando lugar en tu vida. La suavidad cultivada en la esterilla, se irá esparciendo a otros aspectos de tu vida.
Yo quería suavidad porque me sentía forzando demasiado en mi vida.
Con demasiada exigencia, tanto para mí como para los demás.
Y mucha de esta fuerza o fuego, que es necesaria en muchos momentos, en ese entonces me estaba perjudicando y afectando de un modo que no me hacía bien. Así que busqué la suavidad a través de una práctica y ésta, pasó a ocupar todos los espacios que necesitaban esta energía.
¿Cómo te sientes tú al respecto?
¿Cuán suave eres en tu vida?
¿Cuánta fuerza, exigencia, resistencia sientes?
¿Y cómo te gustaría estar y sentirte?
Anímate a probar. Sólo puede traerte cosas buenas, te lo aseguro.
Ya sabes que cada mes hay siempre como mínimo una propuesta de Yin así que no tienes excusa para comenzar. Comprométete contigo, con tu momento y con tu vida y empieza a moverte día a día como realmente deseas.
Podemos cambiar y tenemos la suerte de tener grandes herramientas para ayudarnos.
Te abrazo,
Anna