A lo largo de mi vida, como la gran mayoría, he vivido y experimentado momentos y transiciones en los que he necesitado tener cerca a alguien para que me acompañara y ayudara durante esos momentos.
En un principio, la mayoría de especialistas fueron profesionales de la psicología. Recuerdo que hasta no hace mucho, ir al psicólogo no estaba muy bien considerado. Menos mal que las cosas han cambiado… Empecé acudiendo a psicoanalistas, conductuales… Hasta que empecé a sentir que necesitaba una ayuda más alternativa y empecé a trabajar con terapeutas holísticos y recientemente con coachs.
Para ser totalmente franca y sincera, he estado en muchos procesos terapéuticos. Primero para sanar temas de infancia, adolescencia y primera juventud y luego, una mezcla entre cuestiones de la edad adulta y restos de lo que no terminó de sanarse del todo de épocas anteriores.
Las cuestiones de la mente no son tan sencillas y a veces necesitamos vivir varios procesos, dejar que pase el tiempo, crecer, trabajarlo de otro modo, leer, hablarlo con otras personas, escuchar, dejarte un tiempo tranquila, volver a retomarlo y a veces, de repente, leyendo un libro o escuchando una frase concreta, algo dentro de ti hace un click interno que desbloquea lo necesario para finalmente poder avanzar y sanar ese tema. No digo que no haya que hacer el trabajo. Justamente hay que hacerlo y se requiere de tiempo, paciencia y mucho compromiso con una misma. El trabajo personal es esencial. En terapia, en sesiones y una misma en su día a día, siguiendo las recomendaciones de la persona que está a tu lado y todos aquellos recursos que sientas que puedan ayudarte en tu camino.
Encontrar al profesional adecuado para ti
Considero que encontrar a la persona adecuada para ti, no es para nada tarea sencilla. “Adecuada para ti” ya que soy del parecer (y quiero creerlo así) de que la gran mayoría de personas, son profesionales, capacitadas, con conocimientos para apoyar y sostener, experiencia y recursos pero, no todos encajan con nosotras. Nosotras no encajamos con todo el mundo. Ya sabemos que cuando se trata de personas, es una cuestión de piel y de conexión y eso, no siempre se da y es importante tener clara la necesidad de que eso esté, que se sienta y que se busque si no es así.
Sin duda las conexiones no surgen de repente. Hay veces que una primera sesión no es suficiente y hay que dejar algo de tiempo y de margen para que eso suceda pero hay que sentirse cómoda con la persona que tenemos delante o al lado, sentirnos seguras, apoyadas, escuchadas, respaldadas y acompañadas. También inspiradas. Ver que esa persona respira lo que nos está compartiendo. Que es un ejemplo de lo que dice y nos transmite.
Para mí eso no ha sido sencillo pero si algo tengo, es mucha perseverancia y no he dejado nunca de buscar aquello que era mejor para mí. No sé hacerlo de otro modo. No lo entiendo diferente. Para mí el bienestar ha sido siempre sagrado y aunque durante años no estuve bien, cuando conoces y sabes que hay otros modos mejores de vivir la vida, buscas la manera de sentirlo en ti, de acercarte a ello y una vez lo conquistas, quieres quedártelo para siempre. Con altos y bajos, con días mejores que otros pero teniendo tus recursos propios y esas personas cerca a quienes acudir cuando lo necesitas… es imprescindible.
He vivido procesos de coaching y de terapia durante meses a lo largo de los años hasta que llega un día, un momento, en que sientes que ya está. Que no es necesario más. Que tú sola eres perfectamente capaz de seguir navegando por esa dificultad que con los días, ha dejado de ser dificultades en sí, que son más bien oportunidades de seguir creciendo y desarrollándote como persona.
¿Cómo la terapia y el coaching me ayudaron en momentos difíciles de mi vida?
Trabajar y transitar ciertos momentos acompañada de alguien ha sido crucial para mí.
Para superar traumas y heridas de la infancia, relacionados con la familia, con los primeros años de vida, crisis en la adolescencia y en la edad adulta, he necesitado apoyo para encontrarme cuando me he sentido perdida, cuando he dudado de mí o he sentido cosas como el síndrome del impostor, me he comparado con otros y me he sentido pequeña, también he aprendido a aceptar mi sensibilidad y a verme distinta sin ser eso algo malo…
Tanto en terapia como en coaching y en mi propio viaje, muy cerca del yoga también, he aprendido y descubierto herramientas que se han convertido en esenciales para mí y que me han ayudado a conocerme mejor, saber qué quiero y necesito y qué no me funciona, aprender a poner sanos límites (a mí misma y a los demás), salir de bucles de pensamientos, ser menos reactiva ante cosas que me incomodan, trabajar mis miedos y creencias o bloqueos, cambiar de perspectiva y mindset, ganar seguridad y amor propio… y todo ello tanto a nivel personal como profesional. Os puedo asegurar que mejorar en una área de nuestras vidas, puede generar grandes beneficios en otros aspectos.
No se trata de pretender solucionarlo todo de golpe y de una sola vez. Atendiendo una o pocas áreas, podemos movilizar a un nivel muy intenso y poderoso, el resto de temas de nuestra vida que también necesitan de cuidado, atención y mimo.
Procesos únicos y personales
Y en este tipo de trabajos, cada persona, única y especial, recorre el camino de un modo distinto. Los procesos deben adaptarse a cada una, a su propio viaje.
Para mí hay algunos pilares que son imprescindibles en procesos terapéuticos o de coaching (y sobre las diferencias de terapia y coaching, hablaré en otro post):
- La escucha, la propia y la de la persona que te acompaña;
- La autoobservación para navegar profundo y sacar a la luz todo de ti. Quién eres, qué necesitas, creencias limitantes o bloqueos que no te permiten avanzar, qué deseas (o tu propósito), de qué recursos y herramientas dispones ya…
- Acompañamiento, guía, apoyo y soporte de la persona que está a tu lado durante todo el proceso (en sesiones y fuera de ellas, para mí esto es esencial)
- Responsabilidad y revisión: comprometerse con el proceso y con una misma, implicarse y hacer el trabajo y luego, revisar o chequear cómo te sientes y está funcionando todo dentro del proceso y de tu día a día
La palabra se convierte en esencial. Hablando en sesiones, escribiendo y teniendo conversaciones con una misma (ya he hablado en otras ocasiones del poder de la escritura) podemos llegar a darnos cuenta de muchas cosas y con ello empezar a sanarnos, colocar y dirigirnos hacia dónde realmente deseamos y merecemos.
Seguiría hablando del tema pero lo haré en otro post, más centrado en las diferencias entre los distintos tipos de acompañamientos. Mientras, si te apetece leer más, escribí hace algún tiempo sobre Encontrar el propio camino de sanación y por supuesto, si quieres saber más sobre los procesos de coaching conmigo (vida o business), escríbeme (hola@annalfaro.com) o consulta la propuesta actual en mi web.