Poner por escrito y sobre papel nuestros pensamientos, desatasca nuestra mente.
Escribir nos libera, nos permite entender, darnos cuenta, conocernos mejor, expresarnos y no permitir que se nos atasquen emociones o pensamientos dentro del cuerpo.
Escribir permite que podamos trabajar en nuestra creatividad, en deshacer bloqueos o parálisis creativas, en poner orden a pensamientos que nos rondan por la cabeza.
Ponerse a escribir puede ser desalentador cuando no estamos acostumbrados a hacerlo, no trabajamos en algo creativo, no somos escritores/as… pero sentarse a escribir, sin filtro, sin expectativas, sin buscar crear poesía ni frases perfectas en ningún sentido, es dejarse llevar por la mano y por los pensamientos y palabras que nos vengan a la mente, sin juzgar, sin frenos, sin condicionantes. No necesitamos ser expertos en ninguna materia para sentarnos a hacerlo. Dejemos de pensar en “bien y mal”, ese momentos, esos instantes, son de pura y auténtica liberación, sin juicio y sin pretensiones.
Se dice que somos un 76% más capaces de hacer algo si lo hemos escrito antes. Siendo así… ¡cómo no escribir aquello que queremos hacer, obtener, de qué modo queremos vivir, una idea a desarrollar…!
También se ha estudiado el efecto que tiene la escritura en relación a eventos traumáticos, estresantes y emocionales y los resultados de estas investigaciones demuestran que hay una mejora tanto a nivel físico como psicológico de nuestra salud. Escribir mejora significativamente cómo nos encontramos y la escritura creativa se utiliza para fines terapéuticos (se han realizado estudios con supervivientes de traumas y que están en centros psiquiátricos)*.
*Para leer más sobre los estudios e investigaciones, podéis leer “Emotional and physical benefits of expressive writing” de Karen A.Baikie & Kay Wilhelm.
Las palabras tienen un inmenso poder y su efecto positivo o negativo depende totalmente del uso que demos a esas palabras, de cómo las usemos.
Escribir disminuye el estrés, van desapareciendo paulatinamente los estados de ánimo negativos y los síntomas físicos y se potencian los estados de ánimo elevados, repercutiendo tanto en nuestra salud física como emocional.
Nos liberamos físicamente de cargas y pesos (se compara con la tensión que liberamos con el sexo) y liberándonos de esa energía negativa de forma regular, esta deja de acumularse en nosotros y por lo tanto, dejamos de tener malas energías en el cuerpo, sintiéndonos mejor y viviendo con ligereza y libertad. Cada vez que liberamos nuestras emociones, aligeramos cargas sobre los hombros y dejamos de llevar todo eso con nosotros, dejamos mochilas. Este es un gran acto de liberación.
Nos ayuda a cultivar buenos sentimientos, a limpiarnos de los que no lo son tanto, a aclarar nuestros pensamientos, ordenar ideas, organizar el caos que a veces tenemos en la mente, contemplar ideas y completarlas. Nos ayuda a poner en marcha la creatividad y organizarnos.
Escribir es un alivio, es un placer.
Y no es una obligación. Regresar al papel una y otra vez es algo que nace de dentro y que sentimos y deseamos.
Escribir nos ayuda a entender cómo estamos respondiendo a las cosas que están sucediendo a nuestro alrededor. La autocomprensión y la autoconciencia son elementos cruciales del crecimiento personal y la escritura una gran ayuda para ello.
Y hay muchas maneras de recurrir al gran poder de la escritura.
- Sentándonos a escribir por “x” minutos y dejarnos llevar por el flujo de los pensamientos, soltando sobre el papel todo lo que nos viene a la cabeza.
- Escribir listas para aliviar estrés y ansiedad así como para ordenar y ganar en claridad.
- Escritura expresiva para explorar traumas que nos hayan afectado en nuestras vidas.
- Diarios de Gratitud para observar todo lo bueno que hay en nuestras vidas y enfocarnos en lo positivo del día a día.
“¿Qué se aprende escribiendo?
Uno recuerda que está vivo y que es un privilegio, no un derecho.
También es una forma de supervivencia. Cualquier arte, cualquier trabajo bien hecho lo es, por supuesto.
No escribir, para muchos de nosotros, es morir.
(…) una hora de escritura es un tónico.
Estar vivo.
Porque expresas, te comunicas, sientes, lo observas ahí escrito…
Escribir es un tónico, es una válvula de escape, es dejar fluir lo que hay en tu, dejar que el río siga su curso, fluya y se exprese, sea y sientas…”
Zen en el arte de escribir, Ray Bradbury
Hace años que me paso los días escribiendo. Primero lo hice siempre a título personal. En libretas, folios en blanco, en servilletas cuando no había otra cosa, en el ordenador, en borradores de mis emails, en las notas del iPhone, en los laterales de algunos libros… Lo he hecho en momentos en los que he necesitado soltar, liberarme de mucho malestar interno; en otros he querido crear historias y recrearme, perderme en ellas, inventándome otros mundos, soñando a través de lo que escribía. Con los años empecé a escribir en el trabajo, sobre todo textos corporativos, notas de prensa, artículos… Pero nunca dejé mi escritura personal. Esos diarios que año tras año siguen creciendo en los cajones del estudio, en la mesita de noche y en los que expreso todo lo que necesito. No significa que cuente en esas páginas cada simple detalle de mi día a día. Para mí es un espacio de crecimiento personal, de conocerme más, de conexión, de exploración. De soltar lo que pienso y siento y ahondar en ello, a veces por el simple hecho de liberarme y otras veces para tratar de entenderme mejor o de ver qué significa todo eso para mí.
Ahora escribo a diario para lo personal y también para lo profesional desde que me hice freelance hace unos años y creo que desde ese momento, me encuentro en los años de mi vida en los que más escribo. A veces siento que pienso y escribo al mismo tiempo. Construyo frases y las organizo en mi mente imaginándomelas escritas y viendo si expresan lo que pretendo.
Recuerdo en mi último viaje a India lo que, un señor con el que nos cruzamos, me preguntó: “Te encantará hablar con los demás si te dedicas a comunicar”. Me imaginaba como alguien extremadamente extrovertido y social y soy sociable pero… soy muy introspectiva y suelo estar más hacia adentro que hacia afuera, o al menos sí en muchas épocas y más que encantarme hablar con los demás, mi manera de funcionar es la que describe justo antes: construyo frases en mi mente para expresar ideas y pensamientos, para trabajar también en mi creatividad y desarrollar proyectos, para poner orden y ver qué merece y no la pena desarrollar y trabajar.
Estoy acompañando ahora también a quien quiera escribir, cualquiera que sea su deseo y objetivo, a través del curso online Diario.
Con cariño,
Anna
Fotografías: Anna Alfaro