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Empezar a meditar

 

La meditación, igual que lo hizo en su día el yoga, se ha convertido en un pilar imprescindible en mi vida.

Tomar la decisión de iniciar una práctica como esta, que requiere de compromiso y constancia, no es fácil, lo sé. Yo estuve en ello. Hay muchas ideas preconcebidas (erróneas) que frenan y que suelen alejarnos porque sentimos que no seremos capaces de sentarnos a meditar pero por supuesto que lo somos. Todxs somos capaces de hacerlo. Quizá lo complicado sea tomar la decisión y comprometerse pero una vez lo has hecho, se trata de seguir el curso de la práctica y dejarte llevar… 

Porqué, ¿qué es meditar? Podría complicarme mucho y copiar aquí varias definiciones de manual pero para mí meditar es sentarme en silencio conmigo misma a diario. Un tiempo íntimo y de conexión para estar conmigo, escucharme, sentirme y conocerme cada vez más. Una práctica de autocuidado en la que estoy a solas sin hacer nada y que me permite descansar (en el sentido amplio de la palabra) porque durante ese tiempo no debo hacer nada, tan solo estar ahí, quieta y tranquila.

 

Y como también me sucede con el yoga, viendo todo lo bueno que meditar ha aportado a mi vida, no puedo más que recomendar hacerlo, buscando que más y más personas se den la oportunidad de sentir todos los beneficios que tiene para ofrecernos y puedan instaurar la meditación como gesto diario en sus vidas y es que, si todos estamos mejor, el mundo sin duda, irá mejor. 

 

Meditar da respeto. Lo sé, lo he sentido durante mucho tiempo. “No sabré hacerlo”, “No puedo”… Pero sí se puede. Todxs podemos sentarnos con los ojos cerrados y no hacer nada. La cuestión es que nos aterra la idea de perder el tiempo, hacerlo mal, no controlar, sentir que no estás haciendo/produciendo o pensar en algo y sentirte mal porque supuestamente no deberías pensar en nada. Si de veras quieres intentarlo, toma la decisión, busca un rincón donde estar tranquilx y siéntate en una silla o en un cojín en el suelo (es importante tener la espalda recta y erguida y mantener los hombros relajados), cierra los ojos y quédate ahí, respira. Nada más. Ya estás meditando. 

Es importante deshacerse de prejuicios y de ideas preconcebidas. Limpiar la mente. Tras esto, hay que tomar la decisión y comprometerse. Decidir sentarse a diario por el tiempo que se considere. 5, 10, 15, 20… o los minutos que sean. No por más minutos se es mejor persona o más espiritual. Aquí no hay bien ni mal. Aquí solo estás tú y tu experiencia que es única como tú también lo eres. Y te sientas contigo en silencio observándote, sintiéndote, acompañándote.

Durante años, como os pasará a muchxs, no pude hacerlo. Me ponía de los nervios, literal. Me alteraba y me levantaba nerviosa, agitada y enfadada conmigo misma. ¿Qué sucede y he observado en mí durante este tiempo y que seguramente muchxs de vosotrxs también? Que tenemos demasiadas ideas en la cabeza sobre lo qué es meditar y qué es “hacerlo bien”.

 

  • Las expectativas. Creemos que la experiencia debe ser de una determinada manera cuando aquí no hay modos de sentarse a estar en silencio que estén bien o mal. Simplemente te sientas y estás. Habrá días que estés más tranquilx, otros más agitadx… pero todo está bien. Nadie va a ponerte una nota, se trata de tu experiencia propia y personal. Debemos olvidarnos de la idea que tenemos de hacer bien o mal las cosas.
  • La mente en blanco. No podemos perseguir ese estado porque ese estado no existe. Si dejamos de pensar, dejamos de estar, de existir… Los pensamientos forman parte de nosotrxs, lo que es importante es no apegarnos a ellos así que si piensas, calma, no pasa nada, déjalo pasar, no te detengas en ello. Cuando pares de meditar y regreses a tus otros quehaceres, retoma el pensamiento y desarróllalo si es necesario pero ahora, apártalo y sigue respirando.
  • Estar completamente inmóvil. Quizá si estás en un centro zen o budista te pidan esa quietud. Quizá pero habitualmente, en clases o grupos de meditación que se puedan tomar en cualquier ciudad, nadie va a decir nada si nos movemos. Es más, creo que es necesario si así lo sientes. Mucho mejor eso que no estar pensando en lo mucho que te duele la pierna, no pudiendo pensar en nada más y por lo tanto, no meditando porque toda tu atención está en ese dolor. Tampoco en casa, meditando a solas, no pasa nada por mover el pie, estirar la pierna y regresar a la postura para seguir meditando.

 

¿Qué consejos me gustaría compartir para empezar con una práctica de meditación?

  • Ir poco a poco. Empezar con tiempos en los que se pueda mantener la práctica. Querer empezar por meditaciones de 20 o 40 minutos si nunca se ha meditado, es querer correr demasiado. No hay nada malo en meditar 5 o 10 minutos. De hecho, pueden ser inmensamente poderosos esos instantes si estás totalmente en ellos. Si pretendemos ir muy rápido, lo más probable es que te duela el cuerpo, quieras salir de la postura y levantarte, quieras abrir los ojos, te pongas nerviosx, te impacientes y te sientas culpable porque crees que lo estás haciendo mal. No hay ninguna prisa, no hay que llegar a ningún lugar. Empecemos eligiendo el tiempo diario que sea cómodo y factible.
  • Ser realista. Marcarse tiempos que encajen con tu vida, que sean reales, que puedan integrarse sin alterar tu día a día en exceso como para causarte malestar, estrés u otros malestares. 
  • Consistencia. La práctica diaria es la que crea el hábito y la que te permite, día tras día, ir haciendo tuyo ese momento, esa experiencia y por supuesto, con el tiempo, ir sintiendo los beneficios.
  • Crear un espacio destinado a estos momentos de conexión íntima contigo. Puede ser un rincón de la  casa, de una habitación… Un espacio en el que puedas estar tranquilx y a solas siempre que lo desees. Ambiéntala y prepárala como sientas. Que ese rincón respire a ti y te permita conectarte contigo. Yo por ejemplo tengo dos cojines, una manta cerca para los meses más fríos y un pequeño altar. En este puedes poner lo que sientas y consideres pero una vela e incienso, cristales… pueden ser objetos que te acompañarán y reforzarán el espacio y la práctica.
  • Elegir el tipo de meditación que va contigo (guiadas, en completo silencio, siguiendo la respiración, con mantras…)

 

Para empezar, las meditaciones guiadas pueden ser muy útiles ya que te ayudan a no irte lejos con los pensamientos que puedan surgir, te recuerdan y te enfocan en la meditación guiada, en la respiración o en lo que estén narrando a través de la voz; también las visualizaciones que aunque no son meditaciones per se, sirven para introducirse y practicar en el sentarse a solas y en silencio sin nada más que hacer.

Para mí una aplicación de meditación también puede ser una muy buena ayuda. Lo he contado en varias ocasiones pero Headspace fue la que yo utilicé cuando empecé a meditar y para mí ha sido la mejor elección para introducirme y/o mantener de un modo consistente la meditación en mi vida. Es una aplicación muy bien hecha y planteada y la experiencia a nivel de usuario es muy buena. 

Para mí la meditación es tan importante como mi práctica de asanas. Puedo regularlas ambas en función de cómo me siento, de mis tiempos, de mis necesidades… pero siempre tengo mis mínimos que para mí son innegociables y empezar el día con ambas prácticas (y cerrarlo también con la meditación) hacen que el transcurso de mi día sea completamente distinto.

 

La meditación es una práctica diaria que te centra, te sostiene, te enraíza, te conecta contigo, permite conocerte cada vez más, identificar cómo estás, qué sientes, qué es importante… y que te nutre y depura; te limpia, te alivia, te relaja y te calma. Te ayuda a no reaccionar, te ayuda  a suavizar y observar. Te acompaña para vivir mejor en todos los sentidos. 

 

 

¿Cómo empecé?

Incorporé la meditación en mi vida durante mi viaje a Bali. Empecé el primer día y ya no lo he dejado desde entonces. Lo había intentado muchas veces antes pero no lo lograba, me ponía muy nerviosa. Todas esas veces que lo intenté, decidí dejarlo y enfocarme más en mi práctica de yoga. Lo pienso ahora y me parece perfecto que hiciera aquello porque estaba esforzándome con mucha insistencia en algo que en aquel momento no me funcionaba, que por más que insistiera y quisiera, no iba para mí.

Creo que hay un momento para todo y que si sientes que ahora no puedes, por lo que sea, no te castigues ni te fuerces porque créeme, es totalmente contraproducente.

Lo retomé en Bali. Allí no tenía excusa. Me había ido a justamente estar conmigo misma, en silencio, en soledad… y con mi máxima intención de instaurar en mi vida la meditación y la respiración consciente, dos cosas que me habían recomendado mucho en los últimos meses. Me instalé Headspace en el teléfono y empecé a meditar diariamente. Me despertaba sobre las seis de la mañana (espontáneamente) y aún en la cama, me sentaba a meditar. Por la noche hacía lo mismo, antes de acostarme (bastante temprano), nuevamente me sentaba a meditar y en ambos momentos del día, lo hacía primero por 5 minutos y luego poco a poco empecé a incrementarlo a 10 minutos. 

Había días que iba a clases de meditación, respiración o yoga nidra, clases que también me ayudaban a asentar más el hábito. Durante ese mes estuve también por 4 días en un retiro de silencio y allí teníamos clases de meditación varias veces al día. Al regresar a Barcelona seguí con las meditaciones, las mantuve aunque ya incrementé los tiempos y empecé a meditar por 20 minutos diarios (normalmente por las mañanas) y a acudir a una clase semanal de una hora. A los meses decidí meditar mañana y noche como había estado haciendo en Bali y desde entonces sigo haciéndolo, normalmente por unos 20 min en las mañanas y por las noches, en función de cómo me sienta, entre 10 y 15 minutos.

Suelo meditar con un sonido de fondo (por ejemplo del fuego, del mar…*) y me enfoco en mi respiración (inhalar – exhalar). A veces sigo meditaciones guiadas cuando se me cruzan en el camino propuestas interesantes pero sobre todo, en mi caso, me centro en respirar.

 

¿Y logras Anna dejar la mente en blanco?

Por supuesto que no. Como decía antes, detener el flujo de pensamientos es imposible pero sí bajan el ritmo, te calmas y no te enganchas a ellos.  A mí particularmente este silencio, estos momentos, me ayudan a vaciarme y sorprendentemente, a tener ideas (creativas) y ver las cosas de algún modo, más claras, sobre todo para tomar decisiones. También a veces surge el llanto, el miedo, la incertidumbre, la tristeza, añoranza… y la alegría, la felicidad, el orgullo y el bienestar. En esos momentos, estamos totalmente susceptibles de sentir y si nos abrimos a ello, podemos sentir y ser más conscientes de todo lo que hay en nosotrxs.

Meditar es terapia y cuando algo te sienta bien… No puedes dejarlo. 

 

Outer circumstances are always changing. By reinforcing our ability to work with the present moment and giving us space to explore our minds, meditation engenders qualities of balance, empathy, and happiness that are less and less dependent on causes and conditions beyond our control. We gain insights into the nature of mind and reality and learn to put these insights to good use on the path to freedom.

Tricycle

 

*Insight Timer: utilizo esta aplicación como cronómetro. Puedes escoger distintos sonidos de campana, para el inicio y el final de tu práctica y si lo deseas, un sonido para acompañarte durante toda la meditación. 

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