Fotografía: Sandra Rojo
“Si quieren irse, déjalos.
Si te rechazan, vete.
No te pusieron en esta tierra para convencer a nadie de tu valor.
Estás aquí para aprender, crear, florecer, vivir, dar amor y nutrir.
Los que lo merecen siempre te harán sentir apreciado”
–Mía Astral
Llevo meses de revolución interna. En proceso de cambio y poniendo patas arriba todo mi mundo. Revisando lo que venía haciendo, revisando mi presente y caminando hacia otro lugar. Con miedos, inseguridades, el síndrome del impostor acechando y todas esas historias que te dices a ti misma que no te hacen ningún bien. De todo menos bonita. ¿El ego? Puede ser. “¿Qué vienes a hacer y decir si tú no sabes nada?”.
Y como sientes que no sabes nada, entonces buscas, buscas y buscas para aprender todo lo que te falta y así integrar nuevos y mejores conocimientos y experiencias en ti. Así tendrás más derecho a compartir tu voz. El problema es que eso te aleja de quien eres. Como si quién eres no fuera bueno. Como si estuvieras incompleta y fueras imperfecta. Como si te faltara algo.
“No sigas buscando, no necesitas aprender nada más. No mires hacia afuera. Todo lo que necesitas está ya en ti. Para, mírate y descúbrete. Silencio”. Este mensaje me llega directo, directo al alma. Estoy en un evento y una de las ponentes lanza estas palabras. Ese mensaje es para mí y estoy totalmente de acuerdo. Lo abrazo, lo hago mío, me lo quedo, es mi nuevo mantra. Necesitamos de un modo incansable saber más. De ahí que busquemos, leamos e investiguemos sin parar pensando que hay algo que nos falta y que tenemos que incorporar en nosotras para mejorar. Una búsqueda que nos niega a la persona que ya somos y que nos rechaza, alejándonos de nosotras mismas, de nuestra esencia, verdad y pureza. Verónica Gamio decía: “Yo soy la que soy”. Exacto, yo soy la que soy y añado: y soy la que soy para quienes deseen estar cerca de mí. Acepto no gustar a todo el mundo pero sobre todo, me acepto yo, me quiero y me veo.
En todo este proceso de no sentirme suficiente, de querer ser y saber más, de exigencia y de perfeccionismo, más voces van llegando.
“¿Y si no eres perfecta, Anna?”
“No somos lo que hacemos”.
Personas y señales van impactándome y pidiendo a gritos que las escuche. También mi cuerpo, los dolores en las cervicales, migrañas y problemas digestivos. Anna, escucha.
“Siente el miedo y hazlo igualmente” decía también otra de las ponentes de esa maravillosa charla a la que fui hace unas semanas de Grow With, Núria Roura. Este es uno de mis mantras, sin tenerlo así “verbalizado” pero sí actuando de ese modo. Siento el miedo pero no me detengo, no me paralizo aunque viva con dificultades el camino. Saltando los muros y las barreras y andando en este camino que me lleva hacia una nueva versión de mí, con todos esos miedos e inseguridades. Sudándolo pero viviéndolo porque es lo que quiero. Duele, cuesta, irrita y desestabiliza pero los cambios, a veces, implican esto. Forma parte del proceso, aunque no quieras oír esto. Todo lo que surge lo hace porque ha de aflorar para observarlo, entenderlo y trabajarlo, idealmente gestionándolo de un modo distinto a como habitualmente lo haces y por supuesto, de un modo más constructivo. Un viaje que me lleva a reconocerme y permitirme ser, dejándome en paz, no luchando más contra mi misma, sin ocultar, tapar o fingir. Sin esconder, siendo yo, pura, natural y transparente. Aunque no tenga ni idea de nada (o eso crea).
Un tiempo y un proceso con silencio, meditación, menos hacer y más escuchar que me lleva hasta este lugar, hasta este momento, a pocos días de lanzar lo que llevo semanas preparando. Me muestro así de vulnerable y de real pero siento que es lo que debo hacer. Lo siento dentro y he podido verlo gracias a todo esto vivido. Esta soy yo, esta es Anna, la que está debajo de capas, de filtros y de barreras. Y por supuesto que sigo sintiendo miedo, porque arriesgo, porque hacia donde voy no me es conocido ni familiar y eso es incierto pero es ahí hacia donde quiero ir y deseo hacerlo siendo honesta, abriéndome y sintiéndome totalmente viva.
Estoy caminando hacia otra versión de mí y no implica que la otra fuera falsa ni esta mejor que la otra. Simplemente caminando hacia donde siento que tengo que ir, siendo yo misma y hablando desde mí, de ahí el miedo supongo. Abrirse no es sencillo pero es desde aquí que creo que puedo compartir, ofrecerme y acompañar a otras personas. ¿Lo sé todo? Sé todo lo que debo saber a día de hoy. ¿Tengo todas las respuestas? No, por supuesto que no pero sé mucho más de lo que siempre pensé. Aquí estoy, deseando compartir desde esta postura, sincera y real, sin juzgarme (tanto) a mí misma y haciéndolo lo mejor que sé en cada momento.
Soy humana, sí. E imperfectamente perfecta. Lloro mientras lo escribo porque me cuesta reconocerme en esta vulnerabilidad pública pero ahí me lanzo feliz de poder hacerlo.
“Cuando decidimos arriesgarnos y aceptar lo que pueda suceder, aportamos un estallido de nueva vitalidad a nuestra vida. La vida es mucho más rica y la antigua ya la hemos dejado, pero eso no significa que vayas a tener menos miedo (…) significa hacer lo que tenemos que hacer, decir lo que necesitamos decir y aceptar de buen grado la viveza de nuestro cuerpo”
–Krishnananda
Gracias a quienes me acompañáis, de todo corazón.
Os abrazo desde esta voz mía más tierna, amable y cariñosa conmigo misma y por supuesto, con quiénes estáis al otro lado,
Anna
PD: os dejo aquí un video muy inspirador que me ha impactado justamente en medio de todo este proceso, muy oportuno, como todo.