Fotografía: Anna Alfaro, Bali enero 2019
La semana pasada hablaba sobre el concepto de estar a solas y muchas me mandasteis mensajes, emails privados para seguir comentándolo. Otras os atrevistéis a dejar vuestras reflexiones en público para todas. Fuera como fuera, gracias por compartir y es que a raíz de lo que cada una pueda aportar, decir o comentar, surgen muchas más cosas. Yo por ejemplo, no pensé en decir con mayor rotundidad algunas cosas en mi texto por tenerlas muy interiorizadas pero hablándolo con una de vosotras en privado fue como: “ostras, sí, claro, a mí me pasaba eso, esa es mi historia, como la tuya y no lo he dicho”. La cuestión es que yo siempre tuve miedo a estar sola. No podía, no había manera, me aterrorizaba, recuerdo en la época de la universidad hablar de esto con una amiga. Supongo que tiene que ver mucho con mi historia personal, siempre suele tenerlo… Pero 10 minutos a solas sin nadie se me hacía un mundo y la vida, los años, el buscar estar bien conmigo misma, escucharme y atenderme… Me ha llevado a este estado de paz y bienestar conmigo misma sin la necesidad de huir de mí, algo que hice sobre todo a raíz de la mala relación que durante años tuve conmigo misma por mi anorexia en la que únicamente quería arrancarme la mente, alejarla lejos para estar tranquila y en paz. Pues bien, sí, con insistencia, búsqueda y sobre todo cariño, se puede. Se puede estar en paz con una misma y se puede estar a solas maravillosamente bien. Dicho esto y sin querer alargarme más, entro al tema de esta semana: Mujeres que viajan solas, directamente relacionado con ese estar a solas.
Estando en Bali pensé mucho en el viajar sola y quise observar y fijarme en otras personas que lo han hecho o lo suelen hacer cuando viajan, ese elegir viajar a solas. Justo unos meses antes de yo viajar, una de esas mujeres, de quien os hablaré más adelante, no en este post, decidió hacer un gran viaje por el mundo (de hecho está en ello) y cuando me lo contaba pensaba (y se lo decía a ella porque esas cosas hay que decirlas): “Eres tan y tan valiente… Te admiro muchísimo, a mí me encantaría hacerlo pero no sé si podría…”. Ella de hecho fue la primera persona con la que hablé de mi idea de irme a Bali (creo que ella no sabe que era la primera…) y poco a poco, fui creyendo en mí y sintiéndome capaz de hacerlo. No puedo comparar mi viajar con el suyo porque ella va a estar cerca de un año por todo el mundo y eso, sinceramente es mucho más de lo que yo hice pero… he de decir que algo que me parecía imposible de plantearme, hoy sí lo veo posible en mí. Hoy sí me iría de viaje por el mundo sola si de verdad quisiera eso o lo necesitara. Sí me veo capaz y es que… somos capaces de mucho más de lo que creemos, os lo prometo. Porque, ¿quién me iba a decir a mí sobre Bali un mes o dos antes? Sinceramente, ni yo, ni nadie de mi círculo cercano. Nadie.
Así que, dejando para más adelante el hablaros de esa maravillosa mujer, os dejo con otras dos que también son grandes y maravillosas y que también han estado fuera de su zona de confort, descubriendo mundo, conectando con ellas mismas y explorando cuanto necesitaron. Ellas son Elka y Belén, conocidas por sus preciosos proyectos que casualmente tienen muchas similitudes (entre ellas y conmigo). Empiezo hoy compartiendo la entrevista de Elka y este viernes lanzo la de Belén.
ELKA MOCKER
Chef & Health Activist Honest Food · Autora del libro Ama Come Vive Brilla.
Mi nombre es Elka y aunque nací y crecí en Barcelona, la verdad es que siempre me he sentido un poco “outsider” pues mi padre era alemán y mi madre de Navarra. Y cosas de la vida, me llevaron a un colegio castellano parlante con lo que nunca integré mucho el catalán. Para colmo tuve pasaporte únicamente alemán hasta los 20 años que decidí cambiarlo al español pero más curioso que eso es que mi padre nunca me enseñó el alemán. La verdad, recuerdo sentir siempre cierta incomodidad por ser una alemana que no hablaba alemán, una catalana que no hablaba catalán y una española que tenía que ir a la cola de inmigración. Lo curioso del tema es que mi hermano sí fue a un colegio catalán y él desarrolló una identidad profundamente catalana pero más allá de esto… desde los 18 años y debido a mi primer trabajo, comencé a viajar, era modelo, así que pasé los siguientes cinco años de mi vida saltando de una ciudad a otra (París, Londres, NY, Tokio, Amsterdam, Berlín…). Otro dato curioso es que aprendí a hablar inglés en París, en la calle, con lo que durante los siguientes años de mi vida mucha gente se pensaba que era francesa, pues hablaba inglés con un marcado acento francés.
Después de trabajar como modelo salté al mundo del estilismo de moda y estuve trabajando en él hasta los 30. Edad en la que debido a una profunda crisis existencial y de salud decidí dar un cambio de 360° a mi vida. Allí lo primero que hice fue inventarme un proyecto de promoción de artistas catalanes, lo que me llevó a viajar en grupo durante dos años más por China, Vietnam y Argentina. Después de dos años vi que no era lo mío y una vez más decidí cambiar. Ahora si, me centré en mi. Me dediqué 100% a descubrirme y allí renací. Desde entonces me dedico a promover una alimentación y estilo de vida saludable. He escrito un libro de cocina “ama come vive brilla”, ahora estoy en plena creación del segundo y tengo una escuela online desde donde creamos cursos y contenidos que ayuden a las personas a encontrar su bienestar.
Cuéntanos sobre ese vivir siempre “fuera de tu lugar de origen” y por qué esa necesidad de llevar una vida nómada. ¿Es porque no encuentras tu lugar, porque quieres-disfrutas estando en varios lugares y enriqueciéndote de cada uno de ellos…? ¿Por qué?
Desde hace dos años y después de una ruptura y de haber vivido los últimos 5 años en Menorca, no tenía muy claro donde instalarme. Por un lado, sabía que no quería ubicarme en una ciudad, pues me oprime el asfalto, y por otro lado me había cansado de la soledad y encerrona de Menorca. Después de 10 años en pareja, era de nuevo totalmente libre, con un trabajo que puedo desarrollar desde cualquier lugar que me apetezca así que mi situación y momento, me presentaba el inicio de una nueva vida, una nueva visión. Decidí que para qué quedarme en un solo lugar cuando tengo la total ligereza y libertad de vivir varias experiencias aunque eso sí, como todo en la vida, quiero que quede claro que esta elección tiene su precio a pagar y es que también paso muchas horas en soledad, pues aunque me hago rápido con los lugares y siento que soy bien acogida, lo cierto es que siempre tengo que construir nuevas rutinas y amistades. Y bueno… todo tiene su qué.
Tras decidir que no quería vivir en la ciudad y que Menorca me resultaba un poco demasiado tranquila para mi crecimiento, decidí instalarme en Ibiza aunque apuesto por pasar épocas en otros lugares del mundo y no descarto mudarme a algún otro lugar cuando lo sienta necesario para mi desarrollo personal y profesional.
Has viajado a Bali sola durante la mayor parte de tu viaje de 3 meses del año pasado. Hablemos de eso…
Lo cierto es que la primera excusa para ir allí fue un retiro de 12 días para mujeres que organicé junto a una socia que conoce bien el lugar. El viaje a Bali nace de las ganas de conocer esa isla, tan exuberante, espiritual y cuya cultura healthy me atraía mucho. Sentía muchas ganas de vivirla y de explorarla, es por eso que decidí, al margen del retiro, irme dos meses allí pero que terminan convirtiéndose en tres.
Y deseaba estar sola aunque entre el retiro que organicé y los amigos que se unieron de forma espontánea, apenas pasé tiempo sola. Me hubiese gustado pasar más, porque de 3 meses se redujo a unas 3 semanas de introspección, que en parte también era un poco lo que buscaba en el viaje. Eso sí, las visitas de amigos fueron la vida. Compartir también hace que todo sea mucho más alegre e intenso.
¿Qué implica o ha implicado hacer ese viaje sola? Personal y profesionalmente.
En mi caso trabajo y el viaje quedaron perfectamente integrados. De hecho además del retiro luego hice el lanzamiento de un curso online que había preparado los meses antes.
Lo mejor de este tipo de viajes es darte cuenta de que menos es más. De que necesitamos muy poco para vivir. Que cuanto más reducido sea nuestro equipaje, mayor es el nivel de felicidad. De hecho, esto es algo con lo que vivo actualmente. De momento mi vida sigue siendo nómada. Ahora estoy en Ibiza pero probablemente iré a pasar los meses de verano a Menorca. Tengo un coche grande y vivo con lo que me cabe en él. Lo justo para hacer cada nuevo hogar un poco mío y sobre todo mis cachivaches de cocina y fotografía, que ocupan bastante. Pero a nivel personal, me he desprendido de un montón de cosas e incluso de historias mentales. Todo está siempre muy ligado.
¿Qué aprendes en un viaje así?
Aprendes principalmente a salir de tu zona de confort. A manejarte por nuevos lugares. Viajar te reafirma que cuando vas con una sonrisa por delante, las puertas se abren fácilmente. Bali especialmente es un lugar muy cálido. ¡Ah! Me marcó principalmente una cosa: ver a muchas otras personas como yo, de mi edad, “digital nomads” trabajando desde cualquier cafetería o lugar. Eso reafirma la idea de que no estás sola, que no eres una freak por no tener familia ni una vida “standard” y que siempre hay otras realidades.
Previo al viaje, ¿cuánto tiempo estuviste organizándolo?
La verdad es que no organicé nada. Sabía que iba a Ubud, que hacía mi retiro y desde allí iría viendo. De hecho no sabía ni que me iba a encontrar con “amigos virtuales” o que una amiga iba a venir a verme. Todo se fue organizando por el camino. Eso sí, estando allí vi que en Flores había un mar espectacular y se podían vivir unas experiencias en barco súper interesantes y se me puso entre ceja y ceja ir allí. Fue de lejos lo mejor de los 3 meses. Lo compartí con un chico que conocía de redes sociales. Nos contactamos, me dijo que venía a Bali y le dije “¿Te apetece este viaje conmigo?”. Al ver las fotos no lo dudó un segundo. Fue realmente bonito conocernos y compartir esas semanas juntos. Soy muy amiga de la improvisación. De dejarme llevar y tengo la suerte de que mi instinto no suele fallar.
¿Cómo eran tus días más o menos durante el viaje? Los que pudieran ser más regulares.
Despertar, yoga, baño, desayuno y trabajar desde un bar, alguna actividad extra y dormir temprano. Bali es esto, una delicia para cualquiera que ame un estilo de vida saludable.
¿Algo más que quieras añadir?
Me gustaría lanzar un mensaje a las personas que sienten una llamada en su corazón pero se boicotean por no encontrar tiempo, por tener miedo a ir solas, poco dinero, no saber qué pasará, etc… Apaga el ruido mental y ve a por ello. Todo se puede hacer, todo es moldeable, el mundo no se acaba porque desaparezcas un tiempo pero tu vida sí, tu vida es única e irrepetible, así que vívete.
Fotografías: esta y la anterior pertenecen a Elka Mocker
Espero que os haya resultado interesante leer la experiencia de Elka y todo lo que ha querido compartir por aquí. Un placer tenerla como lo es también tener a Belén este viernes. ¡Que tengáis un buen día!