He pensado en esto muchas veces pero hay momentos en la vida en los que pensamos más sobre ello, sobre todo cuando nos planteamos cambios, cuando viajamos (viajar mueve muchas cosas), cuando viendo lo que otros hacen, además de pensar en sus actos, pensamos en los nuestros… Sobre la coherencia, sobre ello pienso en muchos momentos de mi vida. Sobre todo en momentos de cambio, instantes de “pequeñas crisis” internas que me llevan a replantearme muchas cosas.
En mi caso he pensado sobre ello con respecto a mi alimentación y estilo de vida en más de una ocasión. La más “dramática”, por llamarlo de algún modo, fue hace unos tres años cuando estaba en transición hacia una alimentación vegana. Me agobié. No llegué nunca a ser vegana aunque muchos crean que lo soy (creo que a raíz de un artículo donde me entrevistaban y se decía que era vegana, un error porque nunca afirmé serlo). Estuve en la transición hacia ello pero “no lo logré”. No podía hacerlo bien y para hacer las cosas a medias y mal, al final acepté que eso no era para mí, no al menos en ese momento, no al menos ahora en mi vida. Durante ese tiempo, recuerdo que un día mi amiga Mareva me decía: “Anna, si por salvar a los peces del mundo vas a tener esta ansiedad en según que situaciones en las que viajas o trabajas y a veces te encuentras que no puedes comer nada, creo que debes planteártelo ya que viendo como estás y como te sientes, te va a salir una úlcera de tanta angustia y ansiedad y presión que te pones a ti misma”. Wow, siempre me acuerdo de sus tan acertadas palabras y sí, siento que tiene toda la razón del mundo. Hubiera sido totalmente incoherente. Como también lo es pretender ser vegano solo atendiendo a la alimentación y no actuando en otras facetas de tu vida en consonancia con ese estilo de vida (cremas, ropa, viajes, transportes en la ciudad, medio ambiente…). En definitiva, sobre este punto, creo que lo más importante es ser fiel a lo que uno piensa y siente pero dentro de sus posibilidades y sobre todo, no haciéndose daño a uno mismo ni tampoco pregonando sin ser consecuente. Creo que en general, hay cierta obsesión por las etiquetas cuando más valdría olvidarse de ellas y actuar con coherencia. Muchas veces me preguntan: “¿Eres vegetariana?”. Pues por simplificar las cosas a menudo digo que sí pero en realidad, aunque no coma carne, lácteos y apenas huevos, sí tomo pescado. Flexiteriana, vendría a ser pero por facilitarme ciertas situaciones, lo reduzco rápidamente así. Porque la gente en general necesita eso, etiquetas. Tengo mucha conciencia sobre el producto ecológico (no solo en lo referente a la alimentación) y trato de priorizarlo siempre que puedo pero a veces es imposible con todo, sea por las opciones que encuentras, por el precio, por otras personas, por las situaciones, por el estilo de vida o lugar donde vives o donde te encuentras… Y eso a veces me saca de mis casillas, me hace sentir mal conmigo misma porque no me siento coherente, siento que no actúo como debería, que no sigo mis ideales… También me enervan la sangre situaciones como cuando vemos en algunos lugares, frutas y verduras ecológicas envasadas en plásticos y cartones que son innecesarios… Lo siento, me pone enferma. Pero son muchas situaciones, esto que explican las chicas de Esturifari, también tiene que ver con ser o no coherentes cuando compramos por ejemplo a través de Amazon.
Esto, en realidad, puede ser llevado al extremo, a la obsesión, a la exigencia máxima y ser un sin vivir. A mí esto me pasa muchas veces. Que me siento incoherente con mis actos pero porque me pido a menudo el máximo y obviamente, cuando te pides tanto en cualquier situación, hay mucho lugar para pequeñas incoherencias.
Esta reflexión nace de como me he sentido últimamente desde que regresamos a la rutina, desde que se terminaron las vacaciones y volvimos a las “obligaciones”. Quería regresar con calma al día a día y no ha sido así. Estilo de vida slow. Eso es a lo que aspiro, lo que siento que necesito, lo que deseo, mi aspiración, así es como me identifico, con este tipo de vida… Pero tan pocas veces llego a alcanzarlo… Me veo engullida por la rueda de nuestro ritmo de vida y creo que también muchas/os de vosotras/os ya que a menudo coincidimos con lo mismo cuando algunas hablamos. No podemos disfrutar como deberíamos de nuestros trabajos (¡cuando los hemos elegido nosotras!) porque no tenemos tiempo para hacerlo. Vivimos tachando to do’s de una lista interminable y escribir, que para mí es una de las cosas más hermosas del mundo, pasa de ser algo precioso en el que narrar historias a una mera suma de frases para pasar a la siguiente tarea. No, me niego. Antes de verano me propuse algo para el regreso y es que, aparte de los clientes fijos para los que trabajo, debía máximo aceptar dos proyectos puntuales al mes. Pues hemos regresado y ya me he saltado mi propósito y eso que acabamos de empezar el nuevo curso. Me encanta trabajar para quienes trabajo pero no nos permitimos disfrutarlos porque la lista de tareas es tan extensa… que necesitamos ir rápido y ágil y eso es totalmente incoherente con el estilo de vida que al menos yo, quiero vivir. Por eso, este pasado fin de semana, trabajé en buscar la manera de acercarme a lo que siento y necesito y espero, poco a poco, estar cada vez más cerca de ello, sintiéndome más equilibrada, más conectada con lo que deseo y más en mí.
En este camino, en esta reflexión, me topé también con el interesante documental que ya conocemos la mayoría de Leonardo DiCaprio Before the Flood y en medio de esta “crisis” mía, crítica hasta lo más profundo, pensé: “Sí, ok, está muy bien todo lo que dices, investigas, pregonas pero… viajas por todo el mundo constantemente con aviones privados. ¿Es eso coherente con tu discurso sobre la preservación del medio ambiente?”. Anna, relaja, me dije para mis adentros. Tampoco es cuestión de volverse loca. Él lleva el estilo de vida que lleva por lo que es y hace a nivel profesional y espero que “mida” como sus actos repercuten en el planeta pero… al margen de eso, destina mucho de su dinero a la investigación y comunicación de lo que descubre (aunque fuera una pose, una cuestión de imagen pública) y gracias a ello, se va avanzando al menos, en la concienciación de la situación con respecto al problema medioambiental que vivimos.
No voy a seguir con el post porque podría pasarme días escribiendo pero sentía la necesidad de dejar esto por aquí y ver qué opináis al respecto. Sé que la vida no es blanca o negra, que debemos movernos en la inmensa gama de colores que existen pero pretender mostrar algo y luego no ser coherente con nuestros actos, no tiene ningún tipo de sentido. Si os apetece dejar vuestra opinión al respecto, ¡me encantará leeros!
Fotografías de Beatriz Janer