Entablé un primer contacto con el yoga hace muchísimos años. Todavía vivía en casa con mis padres, era toda una adolescente que se estaba buscando y no se encontraba. Soy totalmente consciente de lo mucho que me queda (para encontrarme) pero siento que en los últimos tiempos avancé muchísimo, os contaba algo de todo esto en este primer post del yoga en mi vida. Para aquel entonces, cuando traté de incorporar el yoga a mi vida diaria, no conseguí conectar con la disciplina y en pocas clases abandoné. Volví a intentarlo más tarde, hará unos cuatro años. Tampoco sentí que la práctica fuera para mi y abandoné por segunda vez. Supongo que algo en mi interior siempre quiso acercarme al yoga pero no era el momento. No lo fue hasta que se dio esa química, ese click que hizo que me quedara hace algo más de un año. Estoy totalmente segura de que “quedarse” o no, conectar o no conectar, depende de cada uno, obviamente, de lo que necesitas para ti, para tu vida, pero también depende 100% del momento en el que te encuentras y de cómo encuentras esa práctica. El lugar, el estilo, el profesor…Yo fui afortunada al llegar a ese entorno que me permitió descubrirlo desde el prisma que necesitaba y quedarme con el yoga como práctica de vida, modus operandi. Y entonces me di cuenta de lo que para mi era el yoga. El yoga es mi baile particular. Siempre quise bailar. De hecho, de pequeña practiqué gimnasia rítmica durante mucho tiempo y tomé algunas clases de baile (funky, hip-hop…). En la adolescencia lo dejé y desde entonces he sentido la necesidad de conectar con otro “algo” que me hiciera sentir lo que sentía bailando. El yoga ha sido la expresión final de aquello que nunca terminé de desarrollar, de explotar y profundizar. Mi baile personal. Algo ha conectado finalmente dentro de mi al encontrarme con mi experiencia personal con el yoga.
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Una conexión interna, conmigo misma, con quien soy y como me siento ser, teniendo conciencia de mi misma, de mi entorno… Una búsqueda que me permite ahondar hacia el equilibrio en todas las facetas de mi vida. Ese camino para ser más feliz y sentirme bien, en paz y en calma. Algo que se va sucediendo con el tiempo, casi sin darte cuenta, pequeños cambios prácticamente imperceptibles pero que ahí están. Te sientes más segura contigo misma, mejora tu autoestima, adquieres fortalezas que te ayudan en tu día a día, dominas la mente con más facilidad, eres capaz de tomar decisiones importantes sin tantas dilaciones, ejecutarlas, avanzar, superar obstáculos que no te permiten avanzar, romper con ciertas dinámicas perjudiciales, relaciones que no avanzan o te aportan, tener más claro lo que quieres y decir no.
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Y sobre todo, te centras en el presente, en el aquí, el ahora. Es algo que se nos repite mucho en clase, es importante tenerlo presente. “No importa lo que pasó ni lo que va a pasar, el yoga te ancla al presente. El yoga te enseña a vivir el momento, concentrarte únicamente en lo que estás haciendo.”
También son importantes los cambios físicos. Yo he recuperado flexibilidad y equilibrio que mi cuerpo tenía olvidados. Ganas en fuerza, equilibrio y flexibilidad. Una unión de aspectos físicos e internos.
“…es la combinación de los aspectos físicos, psicológicos y espirituales de las personas. Que esta forma de ejercicio físico y mental va más allá de una mera disciplina orgánica, no es por casualidad que se lleve practicando miles de años, que ha trascendido épocas y fronteras hasta llegar a nuestros días.” Más al respecto en este artículo de S Moda, “Cosas que sólo un yogui puede comprender”.
Unión que te lleva al equilibrio físico, mental y espiritual. Un estado de la mente que te permite ahunarlo todo. Una forma completa que te permite ser y sentir.
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Si queréis seguir leyendo sobre el tema, os dejo con algunos artículos que me parecen muy interesantes:
“5 pasos para no perder la motivación en el yoga” Blog de Yoga Mandiram
“7 cosas que el yoga cambió en mi vida” de Esturifari
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Fotografía de Juan Riobó
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“Me guío y me apoyo en cada uno de mis pasos por el universo. Estoy perfectamente balanceada, entera y completa”.
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“No hay yoga sin control y consciencia de la respiración”, Eco Eco Magazine
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