Todos tenemos nuestros momentos. Momentos de la vida, momentos del día, instantes que quisiéramos que duraran eternamente. Para mí (creo que muchos ya lo sabéis sobre todo por las fotos de Instagram), el desayuno, es uno de mis grandes momentos. Adoro que formen parte de nuestro día a día y adoro empezar todos los días con él.
Previo a este, tengo mis rituales, entre ellos trato de no comenzar un sólo día sin mi pequeña secuencia de yoga de unos 15-20 minutos; esta breve práctica, me activa, me conecta y me prepara para mi día.
Tras esto, me preparo el desayuno. Es simple aunque para mi delicioso, no lo cambiaría por nada. Delicioso y cargado de energía. Antes de nada me tomo un vaso de agua tibia con limón (en ayunas) y me siento a disfrutar del desayuno: un té o infusión, combinando algunas infusiones de hierbas, té blanco, verde o detox; un zumo verde (a base de acelgas o espinacas, una fruta, semillas de chía y suelo añadirle un pedacito de jengibre, un poco de pepino o remolacha) y un buen bol de cereales. El bol consta de semillas de lino molidas, una mezcla de cereales integrales y sin gluten y finalmente copos de avena, todo mezclado con leche de avena o de arroz.
Tanto los ingredientes como su preparación son importantes a partes iguales. Suelo levantarme con tiempo suficiente para prepararlo con calma, sin prisas, con consciencia de lo que estoy haciendo y con cariño. También es importante y esencial cómo lo tomamos, lo disfrutamos, lo saboreamos… Es nuestro momento y hay que vivirlo con calma y tranquilidad. Disfrutarlo, vivirlo.
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Fotografías: Anna Alfaro