Esperamos siempre con ansias la llegada de las vacaciones y de esos puentes increíbles. Más que puentes acueductos, en los que al fin de semana se le juntan dos y tres días y se anhelan desde meses atrás. Preparamos listas interminables de planes. Lugares a los que ir, bares y restaurantes nuevos por descubrir, ideamos qué películas veremos bajo la manta después de comer y antes de salir a disfrutar de las noches en la ciudad; o vemos en la cama, esperando que el sueño nos atrape hasta la mañana siguiente. Lugares de brunch, vermut, cafeterías y recetas que cocinamos en casa, para disfrutar en nuestra intimidad o con invitados, que también nos traen sus creaciones para compartirlas entre todos. Escuchamos música, leemos y dormimos. Y de repente, el puente ha llegado a su fin. Sin darnos cuenta, cuatro días, se han esfumado volando. Eso sí, el disfrute, queda.
Encontrando un lugar para esos cuadros olvidados. Vistiendo paredes
Paseando por calles y tiendas (en la imagen Oysho de Rambla Catalunya, decoración impecable)
Abajo Via Layetana, una luz perfecta para retratar
Cenas con amigos, con mesas decoradas con toda la dedicación posible
Descubriendo rincones de la ciudad: La cuina d’en Garriga primero, y Bar Ocaña, segunda imagen
Tercerca imagen, pastel de zanahoria casero y rissotto, también casero