“Estereotipas”, el libro de Luz Sánchez – Mellado, habla, en menor o mayor medida, de todas nosotras.
Lady Ganga, Miss Prótesis, Conciliatrix y otras mujeres de hoy en día. Nos reconoceremos en una o en todas, porqué en realidad todas llevamos un poco de cada una de ellas. Irónico y realista. Perfecto para darnos cuenta de todo lo que llevamos a cuestas, injustamente la mayor parte del tiempo. ¿Útil para hacer algo al respecto? Quizá no, pero al menos vemos que en el fondo, todas sentimos y vivimos similar y que no estamos sola en nuestras angustias y ralladas, aunque nos dure dos segundos el darnos cuenta, pero reírnos, nos reímos a gusto con cada una de las historias que Luz Sánchez – Mellado nos cuenta.
Todo lo que la gran mayoría pensamos y no siempre decimos. Verdades como templos. Secretos reales que todas sufrimos y compartimos, dicho con mucha mucha gracia y siempre cargado de ironía.
Algunas cosas que me hicieron reírme a carcajada limpia, ahí van:
“Que soy una tía Extra Ordinaria”, me escupen a la cara, las muy víboras.
No se le pueden poner pegas a todo. Si te emperras en que no te gustan los chinos, por ejemplo, ya te estás espantando tú sola a 700 millones de candidatos (…). Mis amigas separadas me llaman la ADSL porqué tengo la banda muy ancha, pero peor es lo suyo. Están sin cobertura alguna.
Entro en un centro comercial y empiezo a hiperventilar. Tengo ropa sin estrenar y con la etiqueta puesta del año que me pidas.
Llevan desde la cuna comiéndonos la oreja con que si somos perfectas. Las supermujeres, las heroínas de la vida moderna, las… Con que tenemos que hacerlo todo bien y encima estar como un tren de mercancías. Y (…) nos lo creemos a pies juntillas. Así vamos de la mañana a la noche. Matadoras por fuera y matadas por dentro. Jodidas pero contentas.
Soy mujer, tridivorciada y trabajadora en la vida.
La noche antes del día que viene la asistenta me deslomo viva (…) me pongo a pasar el paño y a darle una manita a cuellos y a puños. Me acuesto reventada. Luego me pego el madrugón para salir antes de que entre ella por la puerta. Que le pago para eso. Se supone que soy la señora de la casa. Pero me da cosa que me quite la mugre una chica que no me toca nada. Será el sentimiento de culpa, el pecado original, los siglos de tradición judeocristiana. Pero no lo puedo evitar: tengo complejo de pobre con este pedazo de nómina.
¡Sin duda os animo a reiros un rato! Y si todavía tenéis duda, más de ello en el blog de Eugenia de la Torriente, en Delitos y Faldas.