Despistes, despistes que tenemos todos, pero júntalos todos y entonces preocúpate. ¿Sí? ¿Eso debo hacer? Puede…
Porqué subirte en la moto, sentir el aire fresco de la noche, sentirte libre, sin ataduras… es extraño sí, pero es que claro, eso pasa cuando te olvidas del detalle tan súmamente importante que es ponerse el casco…
O cuando por la mañana sales de casa y las llaves de la moto no están en su sitio… rebuscas entre los varios bolsos que has llevado los últimos días y nada, con el caso tampoco… coges las llaves de reserva y bajas a la moto. Ahí están, caídas en el espacio en el que pones los pies al conducir y no tienes más remedio que “agradecerle al señor” que te haya cuidado tan bien ante tal despiste (si fuera la primera vez… quizá sería menos drama pero llevamos unas cuantas. Típico llegar a la moto esperando encontrar las llaves puestas y lo que ves es un post-it con una dirección donde recogerlas. Hay gente tan amable y buena…).
Después está el despertarse por la mañana y no encontrar las gafas, ni en la mesita, ni en su funda, ni en el baño, en su cajón habitual tampoco están… y entonces ahí, entre las mantas ves una patilla. Te acercas y es “SOLO” una patilla. ¡Mierda! ¿Dónde está el resto? Sigues mirando entre las mantas y ahí estan, tus pobres gafas sin la patilla que sostienes con la otra mano, sin entender qué es lo que ha pasado ahí. (Lo curioso es como has llegado a encontrarlas sin llevarlas puestas y sin lentillas…).
Porqué subirte en la moto, sentir el aire fresco de la noche, sentirte libre, sin ataduras… es extraño sí, pero es que claro, eso pasa cuando te olvidas del detalle tan súmamente importante que es ponerse el casco…
O cuando por la mañana sales de casa y las llaves de la moto no están en su sitio… rebuscas entre los varios bolsos que has llevado los últimos días y nada, con el caso tampoco… coges las llaves de reserva y bajas a la moto. Ahí están, caídas en el espacio en el que pones los pies al conducir y no tienes más remedio que “agradecerle al señor” que te haya cuidado tan bien ante tal despiste (si fuera la primera vez… quizá sería menos drama pero llevamos unas cuantas. Típico llegar a la moto esperando encontrar las llaves puestas y lo que ves es un post-it con una dirección donde recogerlas. Hay gente tan amable y buena…).
Después está el despertarse por la mañana y no encontrar las gafas, ni en la mesita, ni en su funda, ni en el baño, en su cajón habitual tampoco están… y entonces ahí, entre las mantas ves una patilla. Te acercas y es “SOLO” una patilla. ¡Mierda! ¿Dónde está el resto? Sigues mirando entre las mantas y ahí estan, tus pobres gafas sin la patilla que sostienes con la otra mano, sin entender qué es lo que ha pasado ahí. (Lo curioso es como has llegado a encontrarlas sin llevarlas puestas y sin lentillas…).
No diremos que es la edad porqué no toca aún llegar a ese comentario. Lo dejaremos en despistes que suceden sin más. No vamos a calentarnos la cabeza…