“Mi vida en este punto es como un sedimento muy viejo en una taza de café y preferiría morir joven dejando varias realizaciones en vez de ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas…”, le escribió Francesco Woodman a su amigo Sloan Rankin.
Francesca Woodman fotógrafa norteamericana, comenzó desde muy joven a interesarse por la fotografía (nació en una familia de artistas), sus imágenes se caracterizan por la utilización del blanco y negro, experimentando con la iluminación, y utilizando como modelo su propia imagen, convirtiéndose su fotografía en autoretratos.
Su tema central es el cuerpo humano, muchas veces este cuerpo se confunde con el ambiente creando de esta forma una clima extraño, surrealista, deshumanizante.
Podemos ver y apreciar que lo que se desprende de sus obras es ese sentimiento de soledad, fragilidad, huida y belleza.
Pareciera ser que para Woodman, su suicidio, a sus 22 años, no fue más que una decisión comparable a cómo hacer tal o cuál fotografía. Se tiró edificio abajo y la muerte no llegó instantáneamente. No murió jalando de un gatillo, ni decapitada (como sí muchas de sus fotografías), sino que sintiendo el vértigo de ir cayendo, de ir a buscar su fin, como de ir a buscar la obturación de su cámara. Apurarse para estar frente a ella antes que se disparase, antes de quedar “inmortalizada” como una extraña más. Una de las tantas extrañas suicidas de sus fotografías.
http://60watts.net/2009/05/cronica-francesca-woodman/