A veces me acercaría a ti, corriendo y despacio, con prisa o sin ella, triste o contenta, por la mañana y por la noche… Vendría a ti y te abrazaría fuerte. Quisiera sacar toda esa pena que llevas dentro y rodeándote con mis brazos aliviarte del dolor que te contamina los días.
Otras veces sólo quisiera abrazarte mientras te cuento lo feliz que me hace tenerte cerca. Tocarte el brazo, la mano, la mejilla y simplemente con ese contacto decírtelo todo.
Alargar la mano y encontrarnos, en medio del pasillo, en medio del campo o en medio de la ciudad, tu y yo, comiéndonos con la mirada.