Hay veces que saber de viejos conocidos nos duele pero nos aferramos a seguir queriendo saber de ellos, incesantes y anhelantes de saber más, de adentrarnos en sus mundos a escondidas y sin que nos inviten… pero algo dentro nuestro se remueve y clama por salir al exterior y descubrir cosas, detalles que nos digan, que nos descubran, que nos permitan visualizar la realidad….
Otras veces nos reencontramos con viejos conocidos y nos llenamos de paz, tranquilidad, calma… Y extenderíamos la mano y le pediríamos pasear alrededor de todos los rincones encantadores de la ciudad y perdeos en la inmensidad de la noche, sólo cogidos de la mano y acariciados por la fresca brisa de la noche…
¿Me das la mano?