Las personas van y vienen y en estos tiempos más que nunca.
Entradas y salidas contínuas en nuestra vida y en las vidas de los demás. Ser social es lo que somos y lo que a diario nos trabajamos.
Encuentros en el metro, bajando a comprar el ban, en el trabajo, gimnasio o en clase de idiomas. Cruces diarios y contínuos. Algunos fugaces, otros permanentes y de por vida, otros temporales.
Y nunca tenemos la delicadeza o educación suficiente para preguntar si la puerta está abierta para recibirnos. Tomamos el pomo, lo giramos y hacia adelante. ¿Y si el otro no está disponible, no nos quiere ver o “le dolemos”? Pero… ¿y sino lo giramos y nos están esperando?