A veces me pregunto si no estaré totalmente chalada. Mis sueños son algo extraños a menudo y me da miedo como mi imaginación puede crear semejantes películas.
Esta noche pasada por ejemplo…
Recuerdo de repente despertarme y darme cuenta de tener en mi antebrazo un pequeño artefacto por debajo de la piel oprimiéndome fuertemente. Me duele y quiero arrancármelo pero entonces recuerdo como alguien que desconozco, me lo “incrustaba” a la fuerza y me advertía que era una bomba que podía explosionar en cualquier momento. (No he estado viendo películas “flipadas” últimamente, la “flipada” soy yo solita).
Corría a mis padres y les mostraba el aparato, histérica. Sentía que pronto iba a morir. Llamo a la policía y por supuesto se ríen de mí. Les suplico que vengan a verlo, y al final, después de tanta insistencia, acuden hasta donde me encuentro, que no reconozco de qué lugar se trata.
Vienen y antes de estar por mí, inspeccionan la zona. Disculpen, pero el aparato está en mi brazo, no entre los arbustos… Al final están por mi y lo “estudian” pero no son CSI así que podemos imaginar la clase de estudio que realizan. “Es una bomba”, bien, eso ya lo sabíamos… “Y no podemos quitarla de donde se encuentra porqué podría explotar”. Deciden que la solución (ojo con la solución) es dejarme quietecita, entre algodones, para que nada la haga explotar. O sea que a mi mínimo movimiento, todos volamos por los aires. Aún más histérica, veo que la muerte puede asaltarme de un momento a otro. No me atrevo ni a respirar.
Entonces me despierto y lo primero que hago, como un acto reflejo, es mirarme el brazo. No tengo nada. Estoy en mi cuarto, tumbada en mi cama. Son las 6 de la mañana y no hay nada debajo de mi piel. Todo ha sido un sueño. Un mal sueño… Respiro aliviada. Seguiré viva y dormiré un par de horas más.
Como se me va la “castaña”…