Hay señales, sí, supongo que las hay, aunque no siempre las captamos. Difícil es librarse de algunos parias que nos rodean. Muy difícil, porqué sobretodo somos ilusos e ilusas. Creemos ilusionadas en demasiadas cosas y seguimos a ciegas hacia adelante creyendo que todo llega, pero no todo llega. La experiencia nos lo ha demostrado en repetidas ocasiones. Por suerte, de todo se aprende, y aquí estamos, con algunos hachazos en la espalda, con algo más de sabiduría, sabiendo un poco mejor como tomarnos las cosas al venir. Advirtiendo con mejor vista cuando nos vienen y nos cuentan cuentos de princesas que nunca tienen bonitos finales, pero nosotras sabemos ver esos finales antes de que nos camelen, porqué ya no somos niñas con vestiditos rosas. Estamos forradas de cuero, aunque a priori no lo vean y nuestras caras parezcan angelicales, nuestra coraza va por dentro. Si que hay veces que puede resultar difícil ver quién viene con sonrisas y palabras sinceras pero hay que ir con pies de plomo…
Lo bueno, es que ante tanta mala hierba en el jardín, siempre puede aparecer alguna hierba fresca que nos guste y que encaje en el puzzle, sin desbandarse ni desviarse al final de la jornada, como hacen la mayoría tras la salida del sol. Parece que hay quién no es manco, en este mundo en que todos tendrían que haber asistido a un fisioterapeuta y a una buena recuperación (mental y física).